Este escrito de esta semana lleva por título “Súper Poderes”. Siempre he sostenido que todos poseemos habilidades extraordinarias, pero no se trata de los poderes que vemos en las caricaturas, sino de aquellos que nos inspiran a encontrar un propósito en la vida y a ayudar a otros a superar las adversidades. Como algunos de ustedes notaron la semana pasada, estuve ausente durante unos días debido a las circunstancias que rodean a mi madre, quien enfrenta un cáncer terminal, y también por la triste noticia del fallecimiento de un amigo, un golpe del que aún estamos recuperándonos su pareja, su pequeño bebé y todos nosotros, sus amigos.
Desde que era un niño, siempre me dijeron que mi súper poder es la capacidad para contar historias, y a medida que crecí, esas historias se convirtieron en arte. Sin duda, el arte ha sido un salvavidas en mi vida.
En el escrito de hoy, deseo destacar a una persona muy especial, Diego Marcel Torres Flórez, nacido en Quito, Ecuador. Es el hermano mayor de dos hermanos, y su hermana Pamela vive en Charlotte, Carolina del Norte, lo que fue uno de los principales motivos para su mudanza a este estado. Cuando le pregunté acerca de su niñez, la recordó como una etapa hermosa en la que la abundancia estaba presente. Para él, “no me faltaba nada” significa estar bien tanto financieramente como emocionalmente. Su abuelo tuvo un papel fundamental en su infancia, un hombre con sólidos principios morales y religiosos que trabajó en la política de su país. A pesar de las connotaciones negativas que a menudo se asocian con la política, Diego lo recuerda como un hombre honesto e íntegro, dejando una profunda huella en su ser.
El deseo de ayudar a los demás surgió después de un período de búsqueda interna, un proceso al que todos los seres humanos nos enfrentamos en la búsqueda de una motivación para nuestra existencia o de una misión que justifique nuestra vida. El hecho de tenerlo todo no llenaba su ser, por lo que decidió embarcarse en viajes por el mundo, lo que le proporcionó propósitos momentáneos y fugaces. No fue hasta que llegó a los Estados Unidos que encontró su verdadera misión al ayudar a su hermana a criar a sus sobrinos, afrontando las dificultades económicas, sociales y culturales que a menudo enfrentamos como inmigrantes. Reflexionó sobre la importancia de contar con apoyo social en la crianza de los niños.
Reconoció que el sacrificio que realizó por sus sobrinos llena su corazón de orgullo al ver a su sobrina de 23 años junto a figuras destacadas como el creador de “Hamilton”. Su pasión por ayudar a los demás es un reflejo de las lecciones que le dejó su abuelo.
Agradezco a Diego por su “súper poder” de ayudar a los demás y por su amor y dedicación a la misión de nuestra organización.
Diego desea concluir hablando acerca de la relevancia de sus viajes de misión y su profunda fe en Dios como la fuerza que lo impulsa a seguir adelante.
Juntos somos la Coalición. Edwin Gil