Saludos a todos, me complace estar aquí nuevamente compartiendo historias con todos ustedes. Quiero expresar mi agradecimiento a todos los comentarios y mensajes que he recibido, especialmente los relacionados con mi madre, quien continúa librando una batalla en una situación compleja y delicada. Esta experiencia me recuerda los sentimientos que muchas de las personas que visitan diariamente nuestra organización deben enfrentar. Sin lugar a dudas, la vida nos presenta innumerables altibajos que, a pesar de los desafíos, nos brindan valiosas lecciones y dejan una huella profunda en nuestros corazones.
Hoy quiero hablar de una madre excepcional y compañera de trabajo, nuestra querida Erika Rodríguez Álvarez, quien desempeña su labor en el ILC como paralegal de LAC desde Marzo del 2023. Erika es la segunda de cuatro hermanos y nació en la ciudad de México en la década de los 80. A lo largo de su vida, ha cruzado varias veces la frontera hacia los Estados Unidos. Durante la escuela secundaria, vivió aquí durante dos años antes de regresar a México, donde completó sus estudios en aduanas y protección fronteriza. Erika pertenece a una típica familia que se encuentra entre dos culturas, inmersa en las costumbres de Estados Unidos y México.
Finalmente, en 2004, Erika hizo su mudanza permanente a los Estados Unidos, en ese momento estaba embarazada, y aquí nació su hermosa hija, a quien llamaron Lihf. Erika buscaba que la vida de su hija fuera diferente, y lo más difícil en ese proceso fue lograr estabilidad en un entorno tan diferente, adaptarse a las costumbres y asegurarse de tener todos los documentos en regla para poder vivir aquí. Comenzar desde cero en un país nuevo con un bebé en camino no fue tarea sencilla, y Erika se identifica en esa etapa como una “Newcomer”, un término que utilizan las personas que han llegado recientemente a un país.
Lo más hermoso de esta travesía fue el progreso que Erika ha logrado para sus dos hijos, Lihf y Lovan, quienes se han convertido en sus principales fuentes de inspiración y motor de vida. Erika también es consciente de las dificultades que enfrentan las nuevas generaciones, como el acoso escolar y los desafíos que los jóvenes experimentan en las escuelas, algo que la preocupa actualmente debido a la edad de su hijo de 13 años.
Un detalle que muchas personas desconocen acerca de Erika es su amor por el campo y los caballos, lo que podría describirla como una verdadera “country girl”. En su trabajo en el ILC, lo que más valora es la oportunidad de establecer conexiones personales y la satisfacción de servir a las personas que se enfrentan a situaciones similares a las suyas. Erika se identifica con los inmigrantes y entiende sus luchas, lo que la hace sentirse con una vida con propósito y sentido trabajando en LAC.
Lo que más llena de espíritu a Erika es la posibilidad de reflexionar sobre la vida en medio de la adversidad y encontrar la esperanza, el amor y la pasión que ve en cada persona que forma parte de LaC. Su trabajo es una contribución valiosa a nuestra comunidad, y su historia es un ejemplo conmovedor de perseverancia y amor incondicional.
En conclusión, la historia de Erika Rodríguez Álvarez nos recuerda la importancia del apoyo mutuo y el valor del amor incondicional en nuestra vida cotidiana. A través de sus experiencias, aprendemos que incluso en los momentos más desafiantes, podemos encontrar la esperanza y la pasión para seguir adelante. Erika es una inspiración para todos nosotros y una parte fundamental de la cálida familia de LAC.
Juntos somos la Coalición. Edwin Gil